Helen Phillips New Scientist
LONDRES.- El señor P, un emigrante y ex ingeniero polaco de 80 años, sabía que tenía problemas con su memoria, pero fue su esposa la que los describió como una sensación permanente de déjà- vu. El se negaba a ver televisión o a leer el periódico, porque declaraba que ya lo había visto todo antes.
Cuando salía a pasear, decía que los mismos pájaros siempre cantaban en los mismos árboles, y que los mismos autos siempre pasaban a la misma hora todos los días. Su médico le recomendó ver a un especialista en memoria, pero el señor P se negó. Estaba convencido de que ya lo había hecho.
El déjà- vu puede pasarle a cualquiera, y quienquiera que lo haya sufrido reconocerá la descripción inmediatamente. Es mucho más que la sensación de haber visto o hecho algo con anterioridad; es el sentimiento perturbador e inapropiado de que la historia se repite y de que eso es imposible.
Uno no puede localizar exactamente cuándo y dónde tuvo lugar el encuentro anterior, y puede interpretarse como una premonición o un sueño. Este fenómeno pasajero, subjetivo y extraño ha sido difícil de estudiar, en parte por estar teñido de explicaciones paranormales.
Eso está cambiando, instigado en parte por el señor P y un puñado de personas que, como él, sufren una demencia que los hace experimentar constantes déjà- vu, pero también por el descubrimiento de que hay un grupo de personas con epilepsia que tienen auras similares a los déjà- vu justo antes de tener una convulsión. Esto permite a los investigadores ver el proceso en acción y, de ese modo, tratar de desentrañar los secretos de este fenómeno.
Sorprendentemente, el déjà- vu no sólo provee de una ventana interesante hacia las formas como funciona nuestra memoria, sino que nos puede dar claves sobre cómo podemos diferenciar lo que es real de lo que es imaginado, soñado o recordado, uno de los verdaderos misterios de la conciencia.
Señales sensoriales
Dejando a un lado las especulaciones sobre vidas pasadas y telepatía, la primera explicacion biológica del déjà- vu se basó en la idea de que dos señales sensoriales del cerebro, tal vez una de cada ojo o de cada hemisferio del cerebro, por alguna razón dejaba de estar en sintonía, haciendo que las personas experimentasen el mismo evento de nuevo.
La "diplopia mental", como se lo conocía, era una explicación intuitiva, pero la evidencia la contradijo. La información que obtenemos de ambos ojos se mezcla muy rápido en el proceso visual, mucho antes de que percibamos una escena. Lo que es más: el déjà- vu, término que significa ?ya visto´, puede ocurrirles a los ciegos, según afirma Chris Moulin, psicoanalista de la Universidad de Leeds, del Reino Unido.
Una segunda explicación intuitiva es que lo causa algún tipo de distorsión en la percepción temporal. De alguna manera, las señales entrantes son malinterpretadas y organizadas con "sellos" temporales inapropiados, lo que hace que la experiencia parezca antigua, a la vez que contemporánea. Pero esta teoría no parece tener ninguna base anatómica en el cerebro.
Sin embargo, tal vez durante el déjà- vu sentimos que estamos reviviendo experiencias pasadas porque eso es lo que de hecho estamos haciendo, hasta cierto punto, por lo menos. La psicóloga Anne Cleary, de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins, empezó a adentrarse en este tema por su interés en los problemas de memoria. Intentando explicar fenómenos tales como cuando uno tiene algo "en la punta de la lengua", o cuando reconocemos un rostro sin poder localizarlo totalmente, empezó a buscar paralelismos con el déjà- vu.
"Características de una nueva experiencia pueden resultar familiares por su similitud con alguna situación anterior -explica Cleary-. Sin embargo, el déjà- vu es un proceso único, no sólo por esta instancia de familiaridad, sino por el sentimiento de error que conlleva."
Moulin no está de acuerdo con la explicación de la familiaridad. Su escepticismo se basa en el estudio de una persona con epilepsia que realizó con Akira O´Connor, de la Universidad de Washington en Saint Louis, Missouri. El hombre sufría auras de déjà- vu lo suficientemente prolongadas como para que se lo sometiera a experimentos durante su padecimiento.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que si la familiaridad se encuentra en las raíces del déjà- vu, podrían detener la experiencia con sólo distraer al paciente de la escena que estaba contemplando. Sin embargo, aunque se enfocase en otras cosas, el déjà- vu no se disipaba, sino que seguía su línea de visión y audición, lo que les sugirió a los científicos que la familiaridad no era la clave.
Moulin y O´Connor pudieron recrear un estado similar al déjà- vu en el laboratorio, hipnotizando a los voluntarios y explicándoles qué iban a sentir cuando llevaran a cabo una acción en particular. Cuando realizaban la actividad, decían sentir un sentimiento similar al déjà- vu. Los investigadores sostienen que, por lo tanto, es posible tener la sensación de familiaridad frente a algo que nunca antes se ha experimentado.
Un fenómeno perturbador
Es posible que tanto Moulin como Cleary estén en lo correcto. Dijo el psicólogo Alan Brown, de la Universidad Metodista del Sur, de Dallas, Texas: "Del mismo modo en que un dolor de estómago puede ser causado por diferentes procesos, lo mismo puede pasar con el déjà- vu".
Sin embargo, el problema, al explicar el déjà- vu, no es cómo podemos experimentar familiaridad sin reconocimiento, sino por qué se lo siente perturbador. "Estaríamos continuamente sintiéndolo si sólo se tratase de encontrar familiaridades con experiencias reales", opina Ed Wild, del Instituto de Neurología de Londres. Wild también sugiere que el estado de ánimo y las emociones contribuyen en gran medida a la sensación del déjà- vu.
Si bien el déjà- vu está empezando a revelar algunos secretos, todavía falta mucho para llegar a entender cómo decidimos si algo es real, imaginado, soñado o experimentado. Como dice Wild:
"El déjà- vu es una de las más extrañas experiencias que puede llegar a sufrir el cerebro de cualquier persona".
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